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¿Me cuentas un cuento? Esta pregunta tantas veces realizada en nuestra infancia y recibida en nuestro mundo adulto, me atrapó en cuanto crucé las puertas de Bologna Children’s Book Fair. Y se fue repitiendo cada vez que paseaba por sus repletos y transitados pasillos.

Una de las premisas de los cuentos infantiles de la tradición oral, es presentar a los personajes con pocos datos, de tal manera que tu imaginación vuele y rellene los huecos. De esta forma Caperucita Roja se trasforma según el niño que le imagine: puede tener siete o diez años, ser morena, rubia o castaña, ágil o torpe, tener la voz chillona o susurrante: ¡Cómo quieras! En esta feria descubres la importancia de los álbumes ilustrados y el magnífico y delicado trabajo de los ilustradores, que dan empujones a nuestra imaginación para recrear estos personajes y hacerlos volar.

En la Bologna Children’s Book Fair se encargan de cuidar y mimar estos sueños, y descubres todo el engranaje de personas adultas con alma de niños que dedican su tiempo a cuidar el proceso de realización del libro: autores, editores, editoriales, ilustradores, pedagogos, profesores…y un sinfín de profesionales que tienen el objetivo de dar un cuidado producto final que haga soñar a pequeños y mayores. Como profesora de Literatura agradezco tanta dedicación y seriedad en este trabajo.

En esta feria Caperucita Roja me salió al encuentro, llevándome de la mano en todo el recorrido, me la he encontrado de mil formas y maneras, ilustrada con mil caras y caracterizada desde la más clásica a la más feminista, esta caperucita más rebelde también ha tenido un hueco en las conferencias de la feria, reivindicando el protagonismo de la mujer/niña en los cuentos y la necesidad de priorizar un papel femenino que irrumpa con fuerza, no como una revolución sino como impulso en el proceso de evolución. Demostrando el poder de la literatura en permanente transformación. Esta caperucita metamórfica me hacía guiños desde las estanterías para que me acercara a ojear/hojear los libros expuestos y me invitaba a vivir ese momento especial en el que coges un libro y sientes el tacto de sus páginas y ellas te hablan de mujeres valientes que desmontan el mito de Disney, de integración en un mundo en el que juntos podemos destruir barreras y miedos, de cuidar lo más valioso: nuestro planeta, de fomentar valores, de sacarnos sonrisas y risas, de leer sin palabras a golpe de dibujos.

Esta caperucita me llevó a visitar Suiza el país invitado este año, con su roja bandera, y conocer ilustradores suizos que sorprenden con sus ilustraciones enérgicas, decididas y con un punto de ironía, los encontré en el stand de una editorial catalana que cuida mucho lo que edita: El zorro rojo ellos fueron los que me descubrieron la fuerza ilustrativa de su trabajo.

La Bologna Children’s Book Fair te abre otros mundos y te conecta con otras ferias internacionales como la de Shangai, New York, o Sharjah, donde tendrán más caperucitas que enseñarán a otros niños del mundo a enfrentarse a sus lobos, porque los cuentos divierten, pero también te hacen fuerte, porque los niños son pequeños, pero tienen grandes sueños.

Esta feria ha sido una delicia, un viaje por mil mundos en cuatro días, me he sentido como el personaje de Julio Verne: Phileas Fogg, solo que yo llevaba a Caperucita de la mano.

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