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Por Cristina Rodríguez 

Nacida como una versión americana de su hermana homónima británica, The Office ha sabido aguantar nueve años en antena y demostrar su calidad, pero como todo lo bueno llega a su fin, la empresa de papel Dunder Mifflin se ha tenido que despedir y lo ha hecho a lo grande. Por un lado, el equipo que grababa un documental en la sucursal de Scranton ha terminado su trabajo, y por el otro, todos han dicho adiós a los espectadores el pasado dieciséis de mayo en un doble capítulo. Así que si eres seguidor de esta peculiar empresa y no has visto todavía el capítulo final ¡corre a verlo! Y si ya lo has visto, esto es lo que opinamos de una despedida que, parafraseando a Jim Halpert, está llena de sólo buenas sorpresas.

Para empezar, tenemos la boda de Dwight (Rainn Wilson) y Angela (Angela Kinsey). Y es que por fin Angela se anima a entrar en el extraño modo de vida de los Schrute, después de que supiésemos que algo se traían entre manos desde la primera temporada. Dwight y Angela han mareado la perdiz incluso más que Jim (John Krasinski) y Pam (Jenna Fischer), pero la relación entre el Schrute y la contable ha estado más o menos siempre en un segundo plano, o al menos no ha destacado tanto como la de los Halpert. Así que durante nueve largos años y un hijo de por medio, esta extraña pareja no ha podido disfrutar de grandes capítulos dobles dedicados a ellos, como en su día lo hicieron Jim y Pam, con su enlace o el nacimiento de su hija. Por tanto, Dwight y Angela eran los que más se merecían el protagonismo de este capítulo final, y por qué no decirlo, se merecían también esta boda, aunque se hayan convertido en marido y mujer cada uno de pie en su futura tumba. Hay un detalle bonito en este enlace, más bonito que una boda en sí quiero decir, y es que Dwight y Jim, eternos rivales desde que en la primera temporada Dwight encuentra su grapadora metida en gelatina, dejan a un lado sus diferencias para que Jim sea el Bestich Mensch (padrino en la jerga de los Schrute) en la boda, y éste, más que aprovecharse de su condición de padrino y el pleno poder que Dwight le cede sobre la organización de la fiesta, todo lo que hace puede ser tomado como un buen regalo de boda.

Por su parte, Jim tiene tiempo para sus organizar la boda de Dwight, pero también para que Pam le haga una gran broma final: dejar Scranton e irse a Austin, para que Jim pueda volver a esa empresa que dejó por arreglar las cosas con su mujer. La rueda de preguntas que hacen los protagonistas del documental deja patente que Pam, de algún modo, tenía que compensar a Jim por su gran gesto, después de todo el tira y afloja de esta última temporada, que podía estropear el cuento de hadas en el que se había convertido su relación y que a tantos espectadores tuvo en vilo.

¿Y para el resto del departamento de ventas? Andy (Ed Helms) consigue un trabajo en el lugar que tanto soñó, un final posiblemente algo demasiado exagerado para este personaje, que en capítulos anteriores consiguió a la chica que quería y también llegó a ocupar el puesto de jefe. Realmente, no se lo merecía, pero si algo hemos aprendido con Andy es que siempre consigue lo que quiere, aunque esta vez sólo sea para compensar que ha vuelto a ser vendedor de papel y que ha perdido a Erin (Ellie Kemper). Por otro lado, Phyllis (Phyllis Smith) deja claro que echa de menos a Stanley (Leslie David Baker), ahora que está jubliado y sufre las consecuencias de los líos amorosos que se trajo mientras pensaba que el equipo de rodaje del documental no le estaba grabando. Pero ahora tiene al que parece (y espero que haya sido elegido más que aposta) hijo de Stanley. Mi más sincera felicitación a los guionistas de The Office que usan muy bien el humor el Phyllis para dejar claro que el chico nuevo va a acabar convirtiéndose en Stanley a base de trabajar en su misma mesa y no resistirse a los pastelitos que Phyllis le ofrece.

El departamento de contabilidad también cuenta con su pedazo de felicidad. Aunque Kevin (Brian Baumgartner) fue despedido por Dwight, consiguen reconciliarse. Como a los guionistas de The Office les gustan tanto los paralelismos en los comportamientos de los personajes, habría sido mejor incluir alguna tontería por parte de Kevin en la boda, algo más que sostener el bebé que Ryan le deja para huir con Kelly o confesar a Oscar (Oscar Nunez) en la fiesta en la oficina que cree que es homosexual. Alguna tontería tipo Kevin, como cuando usa cajas de pañuelos de papel vacías en lugar de zapatos o inventa un número propio para salir antes del trabajo. Oscar, por su parte, ha llevado bien su ruptura, más que pública, con el senador y lo demuestra presentándose a las elecciones. Extraño por su parte, pero si los resultados son positivos, bien jugado.

Y por último, Erin. La recepcionista de Dunder Mifflin encuentra a la madre que la dio en adopción, pero vale la pena preguntarse si el hecho de que también aparezca de repente su padre, y que ambos vayan a la boda sea demasiado o no. No cabe duda de que Erin se merecía este final, más que qué podría pasar con su relación con Pete (Jake Lacy), ahora que han sido llamados los nuevos Jim y Pam. Una escena amorosa con Pete habría sido algo demasiado obvio.

Así que, con finales felices para todos, el último capítulo de The Office ha sabido hacer reír gracias a la familia Schrute, pero también llorar, con ese puntito de drama que tienen todos sus capítulos y que los hacen tan reales como la vida misma, o por qué no decirlo, como un documental. Pero además de todo esto, los rumores de si Michael Scott (Steve Carell) estaría o no en el capítulo final, teniendo en cuenta que había visitado el set de rodaje, y las noticias que desmentían su presencia, se compensan con la escena en la que aparece por primera vez y el final más que digno que los creadores de The Office le han dado al jefe con más gancho de la historia de Dunder Mifflin. La verdad es que un capítulo final sin él no habría sido lo mismo. O al menos, eso dijo ella.

 @noventaytres

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