Seleccionar página

El próximo 21 de febrero se representará en el Teatro Távora, Quejío, una de las más icónicas obras del difunto dramaturgo andaluz, Salvador Távora. Si bien es cierto que esta obra se estrenó en 1972, y ha sido un éxito que ha recorrido numerosos países del mundo, incluso  ha sido galardonada con premios de primer orden. El hecho es que desde el año 2017 se nos han dado varias oportunidades para volver a ver esta obra, y ello ha cobrado mayor regularidad en esta temporada 2020-2021 del Teatro Távora, al ser programada cada mes hasta junio de este año.

El propio Salvador Távora solía comentar que sus obras se nutrían de lo que él ha vivido, de lo que ha hablado con gente con la que ha compartido. Y así fue mostrando una imagen de Andalucía,  que se movía en la periferia de lo que procuraba promocionar el régimen dictatorial de la España de aquellos años. De esta manera, sus montajes se valían de un lenguaje que aunque se correspondía a esa Andalucía rural, esa Andalucía que trabajaba duro para subsistir…, el caso es que no dejaba de remitir a una realidad universalisable. Y precisamente Quejío, fue su primera obra.

Al respecto de lo que fue su reposición en el 2017, dijo Salvador Távora: “Hace ya cuarenta y seis años que de nuestras gargantas nos salió un grito ronco, dolido, agresivo; y de nuestros pies, golpes de flamenco viejo, distanciado y lejano del que la dictadura promocionaba en festivales esplendorosos, tablaos y teatros para divertir. En ese estudio dramático sobre cantes y bailes de nuestra Andalucía al que llamamos QUEJÍO, incorporamos en expresiones sonoras el dolor de un pueblo, la lucha campesina de la que hablaba Blas Infante, el silencio dramático de la emigración, las cicatrices que causan en el alma el miedo, las bocas cerradas del medio popular y la Andalucía aplastada por la imagen panderetera que tapaba, con un manto negro bordado en oro, el hambre, el analfabetismo y el chiste fácil de su cruda realidad.

Le plantamos cara a la enajenación con nuestras espaldas y nuestros pechos descubiertos para recibir la violencia de los sectores acomodados que voceaban un paraíso andaluz. El paso fue decisivo: además de su función social, destapábamos la estética de un arte popular apoyándonos en la violenta belleza de nuestros cantes y bailes, despojados del virtuosismo en las voces y los pies.

La actual complejidad de estos momentos duros e ideológicamente confusos que vivimos, nos ha llevado a retomar ese espectáculo, con la misma ilusión y el mismo convencimiento que en aquella lejana fecha de su estreno. Volver a cerrar los puños hoy, desde un escenario, es volver a plantarle cara a la incertidumbre, a la sombra de la pobreza, a las desigualdades y sobre todo al olvido del compromiso político y cultural de Andalucía”.

Estas palabras las pueden encontrar en la web del Teatro Távora. Palabras que invitan a cualquier persona que esté familiarizada o no con la realidad que se retrata en Quejío, a conocer un más allá de los tópicos, a ser testigo de cómo se dignifican varios de los emblemas que sustentan a la idea de Andalucía, como un territorio tan desconocido como caricaturizado. Aquí no se trata de fomentar una suerte de patriotismo, sino más bien, de visualizar a aquello que ha sido velado. Y por más que estemos en el 2021, el hecho que sigue siendo hegemónica la imagen de Andalucía contra la que combatió Salvador Távora en su legado.

Comparte este contenido