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Cartas desde Tokio

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Por Marta de Castro

David (Debitto) Lozano reconoce tener suerte porque cambió Occidente por Oriente en 2008, cuando España empezaba a experimentar los primeros temblores de una (aún desconocida) febril crisis. Un visado de estudiante le dio el pase vip necesario para cumplir su sueño: Vivir en Tokio. Atrás quedaba Madrid y más lejana Albacete, por delante una nueva forma de concebir el trabajo, las relaciones personales, el consumo…

El discurso de Debitto Lozano es ágil y electrizante, sus cuatro años viviendo en Tokio le han proporcionado la capacidad de diseccionar la realidad del emigrante español en Japón con la precisión de un cirujano. “Por mucho que te cuenten, el primer año siempre se hace cuesta arriba, además los extranjeros tenemos la manía de comparar con su país y creo que eso molesta a los japoneses. Cuando aprendí a preguntar el por qué de las costumbres en lugar de criticarlas, empecé a disfrutar de Japón”, admite sin duda.

Entrar a Japón no es sencillo, requiere un visado como estudiante o trabajador que puede demorarse tres meses hasta que lo expiden; más tiempo lleva asimilar los códigos que rigen las conversaciones y el saber estar. “En el trabajo puedes expresar tu opinión negativa sobre un tema, siempre y cuando se haga de forma sutil y no a lo bestia. Es una cuestión de educación, desde pequeños observan que está mal decir lo que se piensa abiertamente. Esto también se ve en temas como el divorcio o la homosexualidad, no son tabú pero ellos no van a iniciar una conversación sobre ello”, explica David.

La sobrepoblada Tokio se mece entre las notas del ancestral ‘shamisen‘ y el progreso voraz. “Japón no es un país fundamentalista pero la cultura tradicional todavía pesa. Los hombres son muy machistas y tienen la idea de que la mujer debe casarse y quedarse en casa, aunque las nuevas generaciones están empezando a darle la vuelta a esta situación y dicen que quieren vivir en otro país o no casarse “, analiza, y añade que el peso de la modernidad se concentra en un consumo desmedido.

David estudia desde hace tres años el equivalente a un grado superior de FP en producción de vídeos y marketing digital, como está cursando el último año ha podido acceder a unas prácticas, remuneradas. “Yo ahora trabajo como becario a media jornada, que aquí es de 8 horas y me pagan 1.600 euros, además me pagan el transporte que son 130 euros. Los salarios son bestiales, si consigues trabajo el base son 2.500 euros”.

El acceso al trabajo como detalla en su blog, Debitto in Japan,  supone acreditar con el título en la mano el conocimiento de idiomas pero, como reconoce David, “el japonés suele pensar que los occidentales no trabajan igual que un japonés, no suelen tener contacto con los extranjeros y no saben tratarlos”.

Una vez superado el “obstáculo” laboral, queda adentrarse en el mercado inmobiliario y desencriptar algunas claves. “El primer mes de alquiler tienes que pagar aparte de la fianza, un dinero extra en concepto de agradecimiento al casero, así que al final acabas pagando entre 2.000 y 4.000 euros. El resto de meses según el tamaño del piso pagas entre 840 y 930 euros y las dimensiones pueden ser de unos 16 metros cuadrados mínimo”, esbozando una forma de acceso a la vivienda desconocida para el extranjero.

Fuera del aspecto contable y pragmático, Japón tiene otros detalles interesantes que Debitoo no tarda en apuntar. “El gobierno tiene un sistema social para las personas sin hogar. Aquellos que cumplan una serie de requisitos reciben 1.000 euros al mes por limpiar las calles, ya que aquí no hay barrenderos, son los comerciantes los que se ocupan de su parte de acera” indica.

Segundo aniversario de Fukushima

El próximo 11 de Marzo de 2013 se cumplirán dos años del accidente en la central nuclear de Fukushima. La catástrofe, que secunda en efectos a la sucedida en Chernobil, supuso la desaparición de más de 3.000 personas y más de 18.000 víctimas mortales. “Ya se empieza a notar cierta normalización. Es cierto que cuando sucedió tuvimos problemas de abastecimiento de algunos productos de primera necesidad durante un mes. También repercutió de forma muy negativa en el turismo que cayó en picado, y los habitantes de Fukushima tienen que batallar con el estigma de estar contaminados, como en su día ocurrió con Hiroshima y Nagasaki”, relata David.

Las labores de reconstrucción y la valentía de los japoneses son encomiables para Debitto. “La gente no tiene miedo, quizás cierta preocupación por si la contaminación ha afectado al agua corriente pero aquí está muy interiorizada la confianza en sus gobernantes, creen que es obligación del Gobierno preocuparse y solucionar los problemas, y así ocurrió con Fukushima”, y dibuja el reparto de roles asumido por la sociedad nipona.

La parte negativa de la tragedia de Fukushima se la lleva la embajada española en Japón que no fue todo lo diligente que se esperaría.“Fue un auténtico desastre, no contactaron con los españoles que estábamos en Tokio y nos movilizamos nosotros creando un grupo de Facebook”, explica con cierta molestia por el trato recibido.

En un ejercicio de retrospectiva, Debitoo deja algunos de sus pensamientos mientras se sucedían las noticias. “El día del terremoto coincidió con mi 27 cumpleaños y nunca pensé en volver, quería devolver y ayudar al país que tanto me ha dado y por eso creé el blog, para dar información sobre lo que estaba sucediendo, abrimos cuenta en facebook e incluso cargamos un camión con todo lo que pudieran necesitar”, enumera, y sin darse cuenta define otra forma de gratitud.

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