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#Internacional en Achtung! | Texto y fotos Bárbara Bécares

El consejo de ministros español acaba conceder la más alta condecoración militar al Regimiento de Cazadores de Alcántara, por su actuación durante la batalla de Annual que tuvo lugar en el Rif marroquí  en el año 1921.

Lo que llama la atención de esta decisión es que en realidad esa batalla es conocida popularmente bajo el nombre del desastre de Annual porque acabó con numerosas vidas,  siendo una gran derrota para los españoles, enviados al frente de manera obligatoria, sin preparación militar alguna en muchos de los casos. Tanto fue así que esta actuación acabó con más de 10.000 bajas del frente español, según ciertas informaciones, en menos de tres semanas de batalla, concretamente entre el 22 de julio y 9 de agosto de 1921.

Pero el gobierno actual español de Mariano Rajoy ha decidido que es un buen momento de recordar tan “heroíco” acto. La última vez que se concedió tal distinción al mencionado Regimiento fue en el año 1943. Pero eso eran otros tiempos, ¿no?

El pasado mes de abril fue el centenario del protectorado marroquí que comenzó en 1912, y muchos centros españoles conmemoraron este hecho, aunque se evitó que los Institutos Cervantes que realizan su labor en diferentes ciudades marroquíes lo celebrasen. Podría haber sido una provocación innecesaria a nuestros vecinos del sur con los que aún hay varios frentes en disputa entre los que destacan las ciudades de Ceuta y Melilla y la opinión española sobre el Sahara Occidental.

Los temas de Ceuta y Melilla son espinosos y no es muy recomendable mencionarlos en Marruecos. Para ellos, sobre todo por la información que les llega de los medios locales, se trata de colonialismo, a pesar de que esas ciudades nunca pertenecieron a Marruecos y a pesar de que sus habitantes, tanto los de origen español como los de religión musulmana están contentos de pertenecer a España  y de contar con ese ‘pasaporte rojo’ con el que, contradictoriamente, todos los marroquíes sueñan con conseguir. Pese a todo, influidos por la prensa, durante las protestas los manifestantes comparan Ceuta y Melilla con Palestina y la ocupación israelí. Muchos ciudadanos marroquíes no creen las palabras de alguien que ha estado allí y que les dice que en Ceuta y Melilla viven tanto musulmanes como españoles tranquilos y contentos.

Ambos países, tan cercanos, sólo separados por esos 14 kilómetros de mar en el que tantas personas han muerto intentando tener una vida más fácil, una vida europea, mantienen desde toda su existencia una relación de amor-odio. Como todo buen vecino al fin y al cabo. Casi podríamos decir que todo comenzó en el año 711 cuando llegaron las invasiones moras, con un grupo de hombres que cruzaron el estrecho de Gibraltar, casi todos bereberes, y conquistaron la península ibérica (no toda pero bastante territorio) y en algunos lugares llegaron a quedarse hasta 7 siglos.

Después, mucho más tarde, fueron los propios españoles los que ocuparon territorios marroquíes, a partir del año 1912, destacando Tánger, Tetuán, Sidi Ifni o Tarfaya hasta 1956, cuando se firmó la declaración de independencia, en la que España se comprometía a respetar la unidad territorial de su vecino del sur y prestar ayuda en caso de que fuera necesario. Sin embargo, ahí no se acabó la cosa, lógicamente, y siguieron episodios como la marcha verde en 1969 para recuperar el Sahara Occidental, que seguía en manos del gobierno franquista.

En los últimos años, los problemas han continuado. Destacan las disputas por la inmigración ilegal que llega constantemente desde Marruecos a España, y las protestas del país europeo por la mala gestión de este asunto por las autoridades magrebíes, que parecen hacerse los ciegos ante la problemática, o cómo olvidarse de Perejil ese islote desangelado de 0,15 kilómetros cuadrados que en el año 2002 supuso un gran conflicto entre Madrid o Rabat, que casi parece de risa pero que los dirigentes se tomaron muy en serio, tanto que Rabat tomó las acciones españolas como una declaración de guerra. También están otros asuntos muchos más serios que el de Perejil como que en los atentados del 11 de marzo del 2004 en Madrid muchos de los terroristas eran marroquíes, o como la incomprensión de los españoles hacia sus vecinos del sur: un estudio realizado hace unos meses por el Real Instituto Elcano, dejaba en evidencia que el 34,7% de los españoles consideraba a los marroquíes como sus enemigos y el 50,2% considera que los inmigrantes magrebíes son todos islamistas. Sin embargo, en contraposición, Marruecos es un gran destino turístico para muchos españoles donde son recibidos con cariño siempre, claro está, cuando no saquén los mencionados temas espinosos de las relaciones políticas de ambos países.

Ambos países tienen un nuevo gobierno formado durante el último año. Madrid tiene al partido popular, un gobierno de derechas de esos que no suelen ponerse muy contentos con la llegada de los inmigrantes de países más pobres. Rabat tiene un gobierno islamista, liderado por el partido de la Justicia y el Desarrollo, elegido el pasado mes de noviembre, en unas elecciones surgidas tras las revueltas que tuvieron lugar en la primavera de 2011 en el país. Un gobierno de estos más reacios a las influencias de países extranjeros más modernos.

Sin embargo, los dirigentes de ambos países, Mariano Rajoy y Abdelilá Benkirane, se unieron en enero, presentándose como amigos y dispuestos a mejorar el conocimiento mutuo de ambas sociedades y decididos a redefinir las relaciones. Sin embargo, poco se trató de los temas que de verdad provocan tensión, dejándolos para ser tratados en el futuro.

La medalla concedida al Regimiento de Cazadores de Alcántara por su actuación en 1921 no parece el mejor paso para mantener la amistad. Algunos expertos lo consideran una provocación, aunque por el momento, no ha habido reacción del vecino del sur.

¿Podrán algún día estos vecinos llegar a ser amigos, de los de verdad, y no sólo de boquilla?

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