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Por Luis Fernando Rodríguez

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Woody Allen charlando con la actriz Penélope Cruz durante el rodaje de A Roma con amor

Después de la maravillosa Midnight in Paris, sin lugar a dudas la mejor película de las realizadas por el director en los últimos 10 años, el bueno de Woody Allen lo tenía ciertamente difícil para estar a altura. Si las expectativas antes de dicha película estaban algo bajas debido a una serie de proyectos previos algo flojos y rutinarios, las que preceden a la película que nos ocupa, A Roma con Amor, estaban por el contrario bastante altas tras el inmenso y merecido éxito de esa maravillosa declaración de amor a la ciudad de las luces. Quizás por ese motivo, la decepción con su nueva postal turística europea era, hasta cierto punto, inevitable. No es que A Roma con Amor sea una mala película. Más bien diríamos que es una obra correcta pero a años luz de la genialidad y originalidad de su predecesora, y en donde la sensación de dejà vu termina jugando demasiado en su contra.

Concebida como una declaración de amor a la comedia italiana, la canción melódica y la ópera, A Roma con Amor es una nueva incursión del neoyorquino en sus obsesiones recurrentes, las relaciones de pareja en el marco de una gran ciudad (en este caso Roma), estructurada aquí en una serie de historias paralelas de desigual interés. Una de ellas atañe a un variopinto grupo de personajes de dos diferentes generaciones. En primer lugar tenemos a Hayley (Alison Pill), una turista americana de vacaciones por Roma que conoce a un chico italiano, Michelangelo (Flavio Parenti), comunista para más señas, del cual se enamora y con el que decide compartir una nueva etapa de su vida.

Por otro lado tenemos a los padres de Halyley, interpretados por Judy Davis (una vieja conocida del director que vuelve a aparecer en una película suya tras su última colaboración en Celebrity, del año 1998) y el propio Allen, interpretándose nuevamente a sí mismo (que es, por otro lado, lo que todos esperamos de él, así que no seré yo el que me queje). Tras enterarse de los planes de boda de su hija, deciden ir a Roma a conocer a su yerno. Como cabría uno esperar, toda esta sub-trama, que implica también, por supuesto, a los padres de Michelangelo, es, con diferencia, la mejor, más divertida y desarrollada de toda la película.

Resulta que el padre de Michelangelo, Giancarlo (interpretado por Fabio Armiliato, uno de los más importantes tenores de la escena operística internacional), que trabaja en unas pompas fúnebres, posee un talento para el bel canto aún por explotar, aunque dicho talento se restringe únicamente a aquellos momentos en los que éste se encuentra en la ducha, lo cual dará pie a una serie de surrealistas y divertidas escenas debido a la insistencia del personaje interpretado por Woody, que trabajó en el mundo de la música clásica antes de retirarse, por darlo a conocer y lanzarlo al estrellato… cueste lo que cueste.

Otra de las historias paralelas atañe a un, como de costumbre, insípido Jesse Eisenberg como un alter ego adolescente del propio Woody, interpretando a un joven arquitecto, Jack, que reside en Roma en compañía de su novia, Sally, interpretada por Greta Gerwig. Cuando una amiga de Sally, Monica, interpretada por la siempre adorable Ellen Page, decide hacerles una visita, alterará el statu quo de la pareja, haciendo que el joven Jack se replantee sus sentimientos hacia Sally y viviendo un efímero esbozo de affair con Monica, a pesar de las recomendaciones y consejos de otro arquitecto, John, interpretado por un correcto Alec Baldwin, que actuará algo así como su “voz de la conciencia”. En definitiva, nada nuevo.

Penelope-Cruz-Roma-con-Amor-woodyallen-cine-revista-achtungComo tampoco es nada nuevo la historia de Antonio (Alessandro Tiberi) y Milly (Alessandra Mastronardi), una pareja de enamorados que se trasladan a Roma por motivos de trabajo y, a raíz de una serie de equívocos y enredos, acaban teniendo sus respectivos escarceos amorosos, ella con un famoso actor italiano al que admira, y él con una prostituta, Anna, interpretada con desparpajo por una voluptuosa Penélope Cruz. Al final, por supuesto, ambos acabarán volviendo y rehaciendo sus vidas. Una vez más, nada nuevo.

Finalmente, está la muy felliniana historia (la mejor junto con la de los personajes interpretados por Woody Allen y Fabio Armiliato) de Leopoldo (interpretado por el entrañable cómico Roberto Benigni), un padre de familia cualquiera que, un buen día, y sin explicación, debe lidiar con las consecuencias del éxito y la celebridad: la repercusión mediática, los paparazzi, y en definitiva la exaltación de la intrascendencia y superficialidad. Recordemos que Woody Allen ya rindió homenaje al Maestro Fellini en esa obra maestra que fue Recuerdos de una Estrella (Stardust Memories).

Como puede apreciarse, se trata por tanto de un conjunto irregular, si acaso demasiado autoreferencial, y en donde algunas de las historias funcionan mejor que otras. Woody es famoso por sacar lo mejor de sus actores, sin embargo no parece ser ése el caso de Jesse Eisenberg, Ellen Page o Greta Gerwig, cuyos personajes quedan desdibujados en una historia de relleno que nunca llega a eclosionar en nada mínimamente interesante u original. Lo mismo podríamos decir de la historia que atañe a Alessandro Tiberi, Alessandra Mastronardi y Penélope Cruz. Todo esto se ha visto ya, y mucho mejor, en muchas otras películas del Maestro. Incluso las otras dos historias, mucho más simpáticas (nunca desternillantes o conmovedoras), dejan un cierto sabor agridulce al espectador.

Quizás estemos siendo algo exigentes con el bueno de Woody, quizás la grandeza de su anterior obra maestra nos hizo ir con las expectativas demasiado altas… sin embargo, incluso si aquélla no hubiera existido, esta A Roma con Amor seguiría siendo un nuevo aunque redundante ejercicio de auto-indulgencia por parte de su director… con sus logros, pero también sus defectos…. y, con todo, lo realmente triste de todo esto es que, teniendo en cuenta el estado actual de la comedia, una película del montón de Woody sigue siendo infinitamente más inteligente y superior a la inmensa mayoría de los subproductos chabacanos y horteras que se regurgitan hoy día. Y es que, al fin y al cabo, el que tuvo, retuvo.

Calificación: 6/10

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