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Mr. Wolf con su Danelectro. Foto: Juan Antonio Gamez

Como parte de su gira de ocho conciertos a lo largo y ancho de la geografía española, el dúo WolfWolf “ataca” la Sala X presentando su segundo trabajo The Criptyd Zoo (2017), un ejercicio de «Garbage Rock», mezcla explosiva de garaje-blues, trash, punk y bluegrass tan apestoso y sucio como una criatura moradora del cualquier embarrado bosque suizo.

Lo primero que nos sorprende al entrar en la sala es la puesta en escena: nos adentramos en un húmedo y oscuro bosque, del que resalta una inquietante criatura iluminada por la luna llena, flanqueada por dos lobos y rodeada de troncos ensangrentados. El ambiente es turbio y denso. A ello contribuyen los dos Lon Chaney Jr de la escena: traje y sombrero negros para Mr Wolf (el baterísta) y estética de viejo rockero años 50, a su lado (el otro) Mr Wolf con bigote a lo John Waters, .

Segunda sorpresa: el sonido. La espectacular nitidez y potencia de la batería (incluso el mínimo golpes en el aro de la caja llenaba la sala) unida a la enfermiza distorsión de la guitarra Danelectro color Tangerine, dibujaban un mundo en blanco y negro hediondo, horripilante, pestilentes… como si Tod Browning hubiera diseñado su particular Freak Show Musical para nuestro disfrute.

Sois los más Españoles de España. Venimos de Madrid y aquello no parecía España.

Con estas ganas de agradar comenzaba el show de los licántropos cuyo repertorio se sustentó en lo que conocíamos y esperábamos: una esquelética crudeza y contundencia. La voz y la guitarra distorsionadas unidas a ritmos sólidos de batería conformaban la base de temas como Monster, The Day of the Wolf, The Wolves Are Coming. Bing Bang Bong Circus o Heidi (curiosa referencia a su paisana). Pero, como nos ocurre casi siempre, nos gustan más los músicos cuando arriesgan, cuando se salen del guión. En este caso, disfrutamos horrores con sus himnos folk de taberna centroeuropea (Linzer Walzer o Tuzemak), los coqueteos con el bluegrass de The Blind Butcher o el viaje de ciencia ficción de Roswell 47 (en referencia a aquel aterrizaje de Ovni en Nuevo México en 1947, considerado el nacimiento de la ufología moderna)

En definitiva, lo que ofrece WolfWolf es sencillo, que no simple. Consiguen una mezcla de música directa y ambiente morboso que produce una magnética atracción en quién lo escucha. Una combinación de voz «desagradable» y ritmos sucios, descendientes de Screamin Jay Hawkins, The Monsters y Primus, que proporcionan un espectáculo horripilantemente natural y divertido.

Vaticinamos que no habrá bala plateada que aniquile a estos lobos!!.

Mr. Wolf a la voz y batería. Foto: Juan Antonio Gamez

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